Category: cosmología


Bueno, ahí va mi experiencia: he vivido parálisis del sueño, he visto íncubos, he sufrido pesadillas las cuales me han llevado a avisar a los vecinos para que no se asusten de los gritos que oyen a las 4A.M., he recibido visitas de ghouls (estos ya no me asustan), de extraterrestres, he oído susurros, he participado en viajes astrales y desdoblamientos. Cada cosa es cada cosa y no tiene nada que ver con dios, ni extraterrestres, ni con el mismísimo diablo.

Más bien tiene que ver con nuestras vivencias, traumas, percepciones, miedos… con nuestra mente, con su capacidad de interpretación del mundo y la manera de asimilarlo e integrarlo en nuestra psique.

Yo entiendo como psique a la parte que nos mueve, a nuestra materia más fina. No como el «alma» infinita y que aparentemente vaya a quedar para la posteridad y eternas reencarnaciones para su perfeccionamiento. Recordando que todo es materia (no energía) y la Ley de Conservación de la Materia:

En una reacción química,
la materia no se crea ni se destruye,
sólo se transforma.

Tanto en los sueños como en la muerte, dado que son interacciones y reacciones químicas, y sabiendo el modo en que se comporta toda materia, y siendo nosotros ni más ni menos que eso (materia), no podemos afirmar que nosotros tenemos un «alma» que se separa del cuerpo al soñar o morir, para ir por ahí haciendo nosequé, ya que científicamente no es posible, nos pongamos como nos pongamos porque vivimos en un mundo y en una dimensión donde hay unas reglas físicas y químicas que marcan el juego de la vida.

Aunque matemáticamente hayan indicios de otras dimensiones, tampoco podemos asegurar que éstas puedan interactuar entre sí.

La fe o fantasía, pueden explicar lo que les venga en gana, seguirá siendo fe o fantasía, no algo demostrable.

Porque… ¿hasta dónde podemos decir que acaba la realidad y empieza la fantasía? Francamente es un rato complicado, ya que la mente es tan poderosa que hasta la fantasía más surrealista la puede proyectar como realidad y vivencia sin el más mínimo atisbo de duda.

Aunque nuestros sueños hayan sido reales ¿quién nos asegura que son verídicos?

Los Momentos Mágicos de Storyly

Los Mayas eran un culto sangriento de magia negra que practicaban sacrificios humanos, como los Romanos que sacrificaban 100.000 personas al año en el Coliseo.

Los Mayas eran un pueblo muy cruel que obtenía poder y placer de la tortura… sus reyes se apoyaban en la mano de obra esclava de los miles y miles de pueblos indígenas que capturaron. La mayoría nunca ha oído hablar de este aspecto de los Mayas.

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Este post nace de un cruce de disertaciones por e-mail entre Planeta (P) y Aloha (A) al respecto de ¿quiénes somos? ¿quién es dios? ¿qué es dios? ¿qué papel juegan los demás en nuestras vidas?

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Respondiendo a esa pregunta en el foro de debate en fb de «Centro Ayana para el Desarrollo del Potencial Humano» reflexiono:

Si nuestro cuerpo es el núcleo visible de nuestra «alma» con lo cual dicho cuerpo sólo es una parte y tampoco significa que lo que denominamos «alma» sea el «todo» sino quizás el núcleo no visible de nuestro cuerpo, por otra parte, el plantearme que probablemente soy una proyección en 4D de mi yo real que puede existir en 11D ó 23D… el preguntarme quién soy es todavía más desconcertante.

Aún cuando sabemos que nuestro cuerpo va más allá de lo etérico y que la mente no está «ubicada» aparentemente en ningún sitio físico, nos enfocamos y empeñamos en «soluciones» para este plano físico sin contemplar el «todo» de nuestro ser.
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Cada mañana, pese a seguir nuestra confortable rutina habitual, más pronto o más tarde nos encontramos con un inconveniente, una situación sin importar si es inesperada o no, que nos hace reaccionar. Parece inevitable que la realidad escape de nuestro control, y nada podemos hacer para evitarlo. Siempre igual, aunque siempre diferente. Atrapado en el tiempo, como aquella película donde Bill Murray volvía a vivir el mismo día una y otra vez, el día de marmota. Siempre hay algo que no termina de funcionar como debiera. Los problemas surgen, pero ¿proceden siempre del exterior?

Si pensamos que los demás son reflejos de nosotros mismos, tanto lo que nos gusta y disgusta del mundo, lo es de manera equivalente en nosotros mismos. Desde que nacemos e incluso antes, nuestra mente está creando nuestra propia identidad, a través de la experiencia cotidiana, consciente pero fuertemente inconsciente. Nuestra auto-imagen no deja de ser una idea, contra la cual el mundo en que vivimos choca una y otra vez. Son estas relaciones con nuestro entorno lo que conocemos como realidad. Al fin y al cabo, la propia realidad cabo no deja de ser otra idea más, una abstracción. Realmente se trata de nuestra auto-imagen o ego, un reflejo en el espejo, contra otro reflejo en el espejo. Cuando se sitúan dos videocámaras grabando una frente a otra, al cabo de unos instantes ambas muestran la “nieve” que todos recordamos cuando los televisores no sintonizan ningún canal. ¿Es esta tú realidad? Bienvenido al país de las maravillas.

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«…Si (David) Bohm está en lo cierto en sus conjeturas y el universo es un gigantesco holograma multidimensional, semejante orden holográfico subyacente no puede menos que tener profundas consecuencias para muchas de las nociones de la realidad basadas en el sentido común, por ejemplo, en un universo holográfico el tiempo y el espacio ya no serían considerados fundamentales debido a que el universo sería entendido como poseedor de un nivel más profundo, donde conceptos como el de «localización» pierden su consistencia; el tiempo y el espacio tridimensional, como las imágenes del pez en los receptores de televisión, tendrían que ser vistos como proyecciones de este nivel más profundo. Dicho de otro modo, en el super-holograma del universo el pasado, el presente y el futuro se pliegan estrechamente entre sí y existen en forma simultánea. Esto sugiere que incluso sería posible, alguna vez, rescatar del olvido el pasado más distante a partir de la noción del universo como un super-holograma.

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Tal vez esos instantes de felicidad que vivimos lo son debido a su brevedad. Cuando te sientes bien es fácil perder la noción del tiempo, pero es igualmente fácil que cualquier hecho haga cambiar nuestro estado. Más pronto o más tarde ocurrirá cualquier cosa que perturbe esa felicidad. Y eso tiene un punto en común: nos situamos de nuevo en la sensación de tiempo creada por la mente. Sabemos que la sensación del paso del tiempo es totalmente subjetiva, aunque es cierto podemos medirlo objetivamente. Lo mismo ocurre con el espacio, es cuantificable pero subjetivo: las distancias y tamaños no siempre las percibimos igual, simplemente recuerda cuando éramos pequeños, cuando nos desplazamos de un lugar conocido a uno nuevo… Objetividad contra subjetividad, razón contra percepción, ciencia contra religión. Nos han enseñado que las leyes de la ciencia son rígidas y nuestra consciencia inestable, que las leyes nos gobiernan en todos los sentidos y determinan la realidad. La ciencia es, pues, la religión mayoritaria, imparable e irrefutable. Y nos lo hemos creído. Hasta ahora.

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