Es cierto que cada vez hay más gente lo suficientemente bien informada, a pesar de la indescifrable maquinaria propagandística, pero también desinformada, incluso dentro de los supuestamente «bien informados». De todas formas, aquellos «desinformados», o tal vez debería decir no interesados, siguen siendo mayoría abrumadora, especialmente en este país. Las diferencias cuantitativas siguen pesando más que las cualitativas, también en estos niveles. Y como no era suficiente, éramos pocos y vino San Julian Assange, mártir de Wikileaks. Amén.

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Esperando al FMI

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