Tal vez esos instantes de felicidad que vivimos lo son debido a su brevedad. Cuando te sientes bien es fácil perder la noción del tiempo, pero es igualmente fácil que cualquier hecho haga cambiar nuestro estado. Más pronto o más tarde ocurrirá cualquier cosa que perturbe esa felicidad. Y eso tiene un punto en común: nos situamos de nuevo en la sensación de tiempo creada por la mente. Sabemos que la sensación del paso del tiempo es totalmente subjetiva, aunque es cierto podemos medirlo objetivamente. Lo mismo ocurre con el espacio, es cuantificable pero subjetivo: las distancias y tamaños no siempre las percibimos igual, simplemente recuerda cuando éramos pequeños, cuando nos desplazamos de un lugar conocido a uno nuevo… Objetividad contra subjetividad, razón contra percepción, ciencia contra religión. Nos han enseñado que las leyes de la ciencia son rígidas y nuestra consciencia inestable, que las leyes nos gobiernan en todos los sentidos y determinan la realidad. La ciencia es, pues, la religión mayoritaria, imparable e irrefutable. Y nos lo hemos creído. Hasta ahora.

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